lunes, agosto 11, 2014

De Podemos y su Interpretación Tendenciosa

Durante los últimos tiempos, especialmente a raíz de las últimas elecciones al Parlamento Europeo, Podemos resulta un tema de moda en numerosas tertulias: desde las conversaciones de bar entre amigos hasta los poco fructíferos debates televisados a través de los medios de comunicación de masas, pasando por toda una gama de grises. Desde dichos medios, los poderes de facto del Estado procuran inculcar en la ciudadanía su concepto de interés de acuerdo con sus objetivos inmovilistas y de perpetuación del estado de cosas. Dicho concepto puede resumirse, grosso modo, en que el apoyo a Podemos presenta una importante componente meramente circunstancial constituida en forma de voto de castigo a los partidos del sistema. Con este mensaje se pretende influir en las conciencias de los ciudadanos tal que el surgido fenómeno no se trate más que como una anécdota pasajera con el objetivo ya mencionado.

Personalmente, no descarto que exista una no despreciable componente de castigo, sin que por ello hayamos de pensar, siendo realistas, en su necesaria circunstancialidad y vuelta al redil de la masa. Por otra parte, la insistencia en este argumento llega a resultar altamente ofensiva a la inteligencia. Podemos es mucho más que eso: es la herramienta de transformación de la sociedad para amplios colectivos que hemos podido encontrar un marco de desarrollo afín a nuestra ideología sociopolítica como nunca antes se había encontrado en este país. Podemos, como institución, mejor que nadie representa la elaboración colectiva y, por ende, el concepto democracia. Podemos es un instrumento, un medio, y no un fin en sí mismo como tradicionalmente lo han venido y vienen siendo los partidos políticos mayoritarios de este país. Eso sí, Podemos tiene ahora el importante reto de realizar pedagogía entre la ciudadanía para que verdaderamente sea una herramienta útil en sus manos, promoviendo la formación y el pensamiento crítico. Esto último es algo que, durante cuarenta años de paupérrima democracia, tanto el Partido Comunista como la socialdemocracia han obviado dado que han supuesto en sí mismos, como ya hemos mencionado, un fin para sus aparatos y el sostenimiento de un sistema conformado por instituciones corruptas per se.

Solicito, en consecuencia, la dejación del análisis sesgado consistente en afirmar que el crecimiento de Podemos radica en un voto de castigo y, por tanto, su circunstancialidad, como si aquí no hubiese ocurrido absolutamente nada. También solicito el abandono del apelativo fenómeno, ya que no lo es, sino es una necesidad dignificante del ser humano que se nos ha estado negando perennemente desde la clase dominante gracias a nuestra connivencia. Una connivencia en forma de apatía y abulia, cultivada e infligida desde el orden neoliberal manifiesto en cuestiones tan directas como el sistema educativo o las formas de relación interpersonales. Por ello, y para concluir resaltando la idea más importante a mi juicio, vuelvo a insistir en la perentoriedad de la pedagogía.

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