El encuentro aplazado
fue finalmente ejecutado.
Conexión y desconexión
en un corto espacio de tiempo,
cuyo efecto positivo consistió
en el enfriamiento de la situación...
en su normalización.
Suave como el agua que fluye,
que fluye río abajo y desemboca en el mar,
en el mar blanco, libre, pleno...
así transcurrieron los hechos.
Y entonces la euforia.
Un nido de marujas,
asomadas a mis poros,
proclamaban a los cuatro vientos
mi euforia azul.
Ahora mis ganas de escribir se desvanecen,
de nuevo sumidas en el infierno de la decepción.
¡Oh, pobre de mi corazón azul!
Si ayer ascendiste a la cima de lo posible,
hoy te encuentras en la fosa de la realidad.
Canal de comunicación ruidoso, mal codificado,
ingredientes de los cuales ha de huir el enfermo del corazón.
Malditos insectos verdes,
que me coméis por dentro,
deseo poder vomitaros por los ojos,
pero el profundo dolor,
el de mi corazón azul,
lo impide sin remedio.
Quizás esta noche,
al lado de ese brebaje ahora innombrable.
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