La tarde se hizo eterna
con el canto de los brachiosaurus.
Sólo podía desear la caída de la noche,
y la muerte de estos
junto con la ida de sus horrendas amas,
quienes los hacen cantar a horas intempestivas.
El reloj marchaba hacia atrás,
más rápidamente cuanto más pensaba en ella.
La fe ciega hizo que soportara la mañana,
la fe ciega del teatro de los sueños.
La sustancia negra ayudó además,
también a no alejarme de la realidad.
El momento de la actuación se acercaba,
mi corazón azul latía más deprisa.
Esperaba ver sus ojos de inocencia y esperanza,
pero la aguja del reloj terminó por atravesarme
y luego se deshizo en polvo.
Ojos-corazón, corazón inocente, corazón azul.
La fe ciega hizo que soportara la tarde,
la fe ciega del teatro de los sueños.
La sustancia negra ayudó además,
también a darme la virtual invencibilidad necesaria.
Combinación perfecta de autosuficiencia temporal.
¡Oh, teatro de los sueños que me transportas
a los campos del sur de Francia!
¿Dónde quedó mi inocencia?
La estoy buscando... pero no la encuentro.
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