miércoles, agosto 10, 2022

Seguir Cavando para Salir del Hoyo

La tozudez (y estupidez) de las grandes instituciones económicas internacionales cuando se trata de aplicar, una y otra vez, las mismas e inservibles políticas económicas ortodoxas no debe ser subestimada. Veamos la última.


El conjunto de la clase trabajadora mundial (también la de los países centrales) sufre los efectos de una inflación galopante a resultas del desorbitado aumento de los precios de numerosas materias primas así como del encarecimiento de la energía. Y, por mucho que se empecinen Joe Biden y los medios de «información»/propaganda occidentales que descaradamente toman por imbéciles a las mayorías sociales, este escenario inflacionario no ha sido desatado por Vladímir Putin y «su» guerra. No, los trabajadores tenemos memoria, y, independientemente de que se haya alcanzado en julio de 2022 un nuevo récord en la eurozona al llegarse (según la Oficina de Estadística de la Unión Europea, Eurostat) al 8,9% de inflación, sabemos perfectamente que la presente situación se remonta, por lo menos, a dos años atrás. Y ya no es que los trabajadores lo sepamos perfectamente, sino que lo padecemos perfectamente.


¿Y qué están haciendo las grandes instituciones económicas internacionales para atajar este grave problema inflacionario? Pues bien, desde, cómo no, una óptica exclusivamente monetarista, la Reserva Federal de los Estados Unidos ha subido recientemente los tipos de interés. Paralelamente, el Banco Central Europeo, por vez primera en once años, también ha elevado los tipos de interés, pasando estos del 0% (donde se han situado ininterrumpidamente desde marzo de 2016) al 0,5%. Esta última subida de tipos se corresponde con la mayor de ellas en 22 años. Y, bueno, realmente no debe sorprender la aplicación de esta medida clásica de política monetaria, sobre todo teniendo en consideración que el único objetivo del Banco Central Europeo es el de mantener la inflación cercana al 2%.


Evolución del tipo de interés oficial del Banco Central Europeo


¿Cuál es el problema entonces? El problema reside en que los efectos de las diferentes medidas de política económica no pueden teledirigirse hacia un objetivo concreto, sino que estas impactan ampliamente la dinámica económica. Por ejemplo, téngase en cuenta el papel que juegan los tipos de interés en función de la fase en que nos encontremos del ciclo económico. En pocas palabras, los tipos de interés suelen elevarse con objeto de «enfriar» la economía en escenarios expansivos de acumulación de capital mientras que estos mismos tipos se reducen con la idea de estimular o reanudar el proceso de acumulación en situaciones de estancamiento o crisis. La coyuntura actual se asemeja más al segundo que al primer escenario, lo que viene simbólicamente reforzado por el hecho de que Estados Unidos ha entrado recientemente en recesión técnica al acumular dos trimestres consecutivos de caída de su producto interior bruto. Dicho de otro modo, una subida de tipos de interés podría hasta ser beneficiosa para la economía si nos encontrásemos en una fase casi opuesta a la presente. Pero, ¿cómo puede afectar ahora dicha subida?


La situación inflacionaria actual no está motivada por una alta demanda agregada a causa de elevados salarios, como a los economistas ortodoxos gusta decir. Muy al contrario, el presente escenario inflacionario está causado mayoritariamente (en más de un 80% en el caso español) por los beneficios empresariales. El problema, por tanto, no radica en un exceso de demanda de una población mundial que, de hecho, está teniendo dificultades para cubrir sus necesidades básicas, sino en una alarmante escasez de oferta. En otras palabras, el modo de producción capitalista está atravesando notables dificultades para satisfacer las necesidades básicas de la población incluso en las potencias centrales (en el fondo, esto no es tan sorprendente, pues el modo de producción capitalista es un sistema anárquico carente de la más mínima planificación). Por lo tanto, la subida de tipos de interés va a deprimir aún más si cabe la ya deprimida inversión en necesarios procesos productivos, lo cual presionará la oferta aún más a la baja. O, desde otro punto de vista, la subida de tipos de interés puesta en marcha para atajar la inflación desde una óptica monetarista puede, irónicamente, acentuar la inflación por un aumento relativo de la demanda agregada sobre la oferta. Desde luego, esto es lo que yo llamo seguir cavando para salir del hoyo.


El nivel de contradicción interna nunca visto antes que está alcanzando el modo de producción capitalista es formidable. En conclusión, este breve análisis es sólo una muestra más de lo delirante que resulta afirmar que es posible encontrar soluciones en favor de la mayoría social trabajadora dentro del seno del sistema económico imperante.

lunes, enero 24, 2022

De la Inflación y el Gobierno más Progresista de la Historia

En el Estado español, miles de familias sufren el empeoramiento de sus condiciones materiales de existencia. Este empeoramiento se ha visto recientemente agravado por un incremento notable de la inflación, es decir, por un aumento notable y generalizado de los precios de los bienes y servicios que estas familias adquieren en el mercado. Habitualmente, el surgimiento de un escenario de inflación es multicausal, y el caso actual no es una excepción. Entre el total de razones detrás de la situación inflacionaria actual en los países centrales, destacaremos las dos siguientes: 1) la crisis de suministros y producción amplificada por la pandemia (crisis que ha disparado escandalosamente los costes de infinidad de materias primas como el hierro o el litio), y 2) el desproporcionado aumento del precio de la energía como consecuencia del vergonzoso sistema de subastas del mercado eléctrico. Evidentemente, aparte de a un incremento del precio de la factura de la luz, las dos razones anteriores conducen a un aumento de los costes de producción que se ve reflejado en los precios finales a los que los consumidores (muy mayoritariamente, la clase trabajadora) han de hacer frente.


Quizás, los salarios nominales de la clase trabajadora (el número que vemos en nuestra nómina a final de mes) no se hayan visto reducidos en estos últimos tiempos, pero, evidentemente, sí los salarios reales, que, a fin de cuentas, es lo importante. En otras palabras, los trabajadores hemos visto mermado nuestro poder adquisitivo, por lo que sería de justicia (por la mínima, todo hay que decirlo) un incremento generalizado de los salarios de acuerdo con el índice de precios al consumo, ¿verdad? Pues bien, Nadia Calviño, nuestra «querida» ministra de Economía y vicepresidenta primera del gobierno más progresista de la Historia (como la izquierda reformista gusta de denominarlo) o gobierno socialcomunista (según la rancia derecha nacional-católica), negó tal posibilidad el pasado mes de diciembre. En concreto, Calviño esgrimió uno de los clásicos «argumentos» entre los economistas ortodoxos, es decir, que las subidas salariales afectan de forma estructural a la inflación (supuestamente, por un aumento de la demanda agregada que presionaría sobre la oferta). Si de verdad le preocupa tanto la cuestión de la inflación a nuestra «querida» ministra, ¿por qué entonces no se decide a atajar el desorbitado precio de la energía a través de medidas como la nacionalización del sector energético? Ah, claro, que una cosa es tocar los salarios y, otra muy distinta, los beneficios privados. En resumidas cuentas, la posición de la ministra Calviño no tiene otra calificación que la de cínica, algo que no debe sorprender a estas alturas proviniendo de la socialdemocracia, la cual, llámese PSOE, Podemos o Izquierda Unida, está comprometida con la acumulación capitalista. Dicho esto, también es de justicia añadir que, aunque el gobierno más progresista de la Historia quisiera tomar medidas como la nacionalización del sector energético para la reducción radical del precio de la energía, la Unión Europea no se lo permitiría bajo ningún concepto (lo que da cuenta del «carácter democrático» de esta última institución).


Tal y como se puede ver, muy al contrario de lo que claman las escuelas de economía ortodoxa que primordialmente achacan la culpa de la inflación al aumento salarial, el actual escenario inflacionario nada tiene que ver con los salarios. Es más, debemos ser conscientes de que la inflación tiene una función que es complementaria a la del desempleo en el modo de producción capitalista. Si el desempleo sirve para presionar los salarios a la baja, la inflación tiene la utilidad de operar un trasvase de valor desde las rentas del trabajo (salarios de los trabajadores) hacia las rentas del capital (beneficios privados). Es evidente, ¿no? En otras palabras, la inflación se traduce en una reducción del salario real, esto es, en que los salarios crecen por debajo de lo que lo hacen los precios de los productos que, a pesar de ser manufacturados por los trabajadores, son propiedad en primera instancia de la clase capitalista (por aquello de la propiedad privada de los medios de producción con la que damos algunos tanto la lata). La clase capitalista lo tiene claro: si la reducción de los salarios nominales no es una opción para hacer decrecer los salarios reales, déjese a la inflación obrar su magia. En resumidas cuentas, tanto el desempleo como la inflación son mecanismos de represión salarial que tratan de relanzar la acumulación capitalista mediante el incremento de la tasa de plusvalía.


Como nota final, añadir que la reforma laboral de la ministra «comunista» Yolanda Díaz mantiene los mecanismos de represión salarial ya presentes en la anterior reforma laboral. Por algo será...

viernes, julio 30, 2021

Una Tarde con Alan Davis: Kerala

Lunes diecinueve de julio. En torno a las tres y media de la tarde me dirijo caminando tranquilamente a Nytorv, el corazón de la cuarta ciudad más grande de Dinamarca: Aalborg. Es un agradable día soleado, y la calle, cosa inusual, está repleta de gente. Ya en Nytorv, espero pacientemente a Alan Davis, quien llega, en su bicicleta de ciudad, unos minutos tarde a nuestro encuentro. En un primer instante, apenas lo reconozco, pues hacía tiempo que no lo veía y su aspecto había cambiado. Alan Davis, al que conocí en clases de danés, es un hombre joven oriundo del Estado de Kerala, en el suroeste de la India. De hecho, el motivo de nuestra cita es aprovechar el privilegio que tengo de conocer a alguien procedente de dicho Estado para charlar con él acerca del mismo. Y, bueno, ¿qué tiene de especial Kerala?


Una imagen de Kerala

Histórico exportador de especias desde hace unos 5000 años, el moderno Estado de Kerala se formó en 1956 tras el Acta de Reorganización de los Estados Indios. Desde entonces y sin interrupción, Kerala se rige bajo la forma de una democracia liberal. Sin embargo, su principal particularidad es que, desde las primeras elecciones a la Asamblea Legislativa en 1957, en no pocas ocasiones el gobierno ha estado en manos del Partido Comunista de la India (Marxista), PCI(M), el cual ha venido llevando a cabo una serie de reformas que podríamos tildar de moderadamente socialistas. Estas reformas, como las de la tierra y la educación, han llevado a Kerala a posicionarse como el mejor Estado indio en términos de numerosos parámetros de desarrollo y bienestar humanos. Por ejemplo, Kerala tiene la menor tasa de crecimiento de población (3,44%), el mayor índice de desarrollo humano (0,784 en 2018), la menor tasa de analfabetismo (3,8% en 2018), la mayor esperanza de vida (77 años), la menor tasa de gente sin hogar de la India rural, y la menor tasa de homicidios (1,1 homicidios por cada 100.000 habitantes en 2011). Además, Kerala es el segundo Estado menos empobrecido de la India (sólo por detrás de Goa en 2021, según comprobó Alan), el primero en lograr, en 2019, los Objetivos de Desarrollo Sostenible, así como fue declarado en 2016 el primer Estado digital, y, en 2019, el Estado menos corrupto por Transparencia Internacional. Y, por supuesto, Kerala es pionera en la implementación en India de un programa de salud universal. ¿Cómo sería entonces posible no interesarse por esta región tan particular de la India?


Caminando desde Nytorv, Alan y yo nos dirigimos a mi cervecería favorita en Aalborg: Søgaards Bryghus. Y digo mi favorita porque sirve mi cerveza preferida de entre las que he probado en la ciudad, una IPA llamada Kickstarter. Ya sentados en su terraza, y tras ponernos un poco al día acerca de nuestras vidas, nos metemos en materia. Tras comentar con Alan (quien hace especial hincapié en la cuestión del reducido analfabetismo y número de personas sin hogar) las impresionantes cifras de Kerala listadas en el párrafo anterior, pasamos a mencionar superficialmente la actividad económica del Estado, la cual, en buena medida, trata del sector terciario. Dicho esto, las exportaciones de pimienta y caucho natural son importantes. Alan entonces recuerda un familiar cercano que se dedica a la producción de lo segundo, a la par que relata la facilidad con la que las plantas de pimienta crecen en los terrenos de casas particulares como la suya. También me desvela que Kerala, como no es sorprendente por lo ya aducido, es conocida como la capital de las especias de la India. Junto con la de las especias, la producción y exportación de coco, té, café y anacardos es asimismo de importancia. La industria pesquera y el turismo también suman a la riqueza estatal.


Dada la serie de hechos anterior, la primera pregunta que me asaltó fue ¿por qué entonces emigrar a Dinamarca desde Kerala? Alan comenzó a contarme que Kerala es el Estado más civilizado —en sentido coloquial— de la India y que me gustaría como turista. Dice que muchos malayalis (es decir, habitantes de Kerala) se marchan de la región con el objeto de tener una serie de experiencias con las que, en el futuro, regresar y hacer de Kerala un sitio mejor. Y este es también el caso de Alan, quien inicialmente planeaba estudiar un máster en Arizona. Sin embargo, las políticas emprendidas en materia de inmigración por parte de la Administración Trump disuadieron a mi interlocutor malayali de hacerlo, finalmente decidiéndose por un máster de la Universidad de Aalborg en la rama de los materiales y la producción (el cual, por cierto, concluyó recientemente). ¡Y dice estar muy feliz de no haber ido finalmente a Estados Unidos! A continuación, Alan me indica que las bolsas de plástico han sido prohibidas en Kerala, así que le gustaría emprender alguna clase de proyecto de caracterización de residuos, reciclaje y desarrollo sostenible en su ciudad natal, Thrissur.


Alan (derecha) y yo (izquierda) en Søgaards Bryghus

Kerala experimentó una emigración significativa hacia los países árabes del Golfo Pérsico durante el conocido como «boom del Golfo» y, en general, las últimas décadas (especialmente por parte de la comunidad musulmana). Además, la economía del Estado indio también depende de las remesas procedentes de la comunidad de expatriados malayali. De nuevo teniendo en consideración la serie de hechos anteriormente relatada, pregunto a Alan por esta aparente paradoja. Él me dice que esta clase de emigración ocurre porque los trabajadores pueden ganar más dinero, aunque ello sea a expensas de jornadas potencialmente leoninas y tener que dormir en una habitación con diez camas. Por supuesto, esta idea me contrarió, pues no concibo tal sacrificio sin una necesidad real. Por ejemplo, como el propio Alan me relató, a diferencia de en el resto de la India y los Estados del norte en particular, la gente no muere de hambre en Kerala, sino que tiene sus necesidades básicas cubiertas con solvencia. Aquí hay que apuntar que el propio Alan ha vivido parte de su vida en Dubái, pues, su padre, quien ahora está de vuelta en Kerala tras perder su empleo en Dubái a causa de la crisis agudizada por la pandemia, trabajaba para la aerolínea Emirates.


Aunque Alan ya me puso en duda, hasta ese momento creía que, para acceder a ciertos servicios públicos como hospitales y transportes en India, uno tenía que proveer información al Estado acerca de la propia casta y creencias religiosas, las cuales presentan cierta correlación. Sin embargo, a él no le consta tal requisito; y no sólo en Kerala, sino en la India en general. En cualquier caso, sí piensa que la situación respecto al sistema de castas es, por desgracia, bastante más cruda en los Estados del norte que en los del sur. A modo de ejemplo, Alan me contaba que la entrada de personas de algunas castas inferiores (a las que, por cierto, los trabajadores pertenecen) a ciertos templos supondría su profanación, por lo que la tienen prohibida. Por fortuna, tal y como me refirió casi al inicio de nuestra conversación, el PCI(M) siempre ha tratado de acabar con este injusto sistema a la par que se ha mantenido al margen de la religión. Como curiosidad añadiré que Alan no sabe a qué casta pertenece, algo que parece ser bastante habitual en la India a pesar de estar determinada la casta por el apellido familiar.


Por su propia dinámica y, también, por qué no decirlo, gracias a la refrescante IPA, la conversación se terminó de animar. Fue entonces cuando saqué a colación que Kerala es uno de los primeros Estados de la India en llevar a la práctica políticas de bienestar para la comunidad transgénero. De hecho, en 2016, el gobierno comunista de Kerala introdujo la cirugía de reasignación de género gratuita en los hospitales públicos. A este respecto, Alan me dice que las personas transgénero tienen vetada su contratación laboral en toda la India, por lo que muchas de ellas acaban en la mendicidad y/o residiendo en guetos. Y, aunque está seguro de que la comunidad transgénero tiene una mayor cobertura social en Kerala, no lo está tanto acerca de que pueda obtener contratos laborales. Además, parece ser que aún existe, como en el resto del mundo, un largo camino por recorrer en relación al empoderamiento femenino. Por ejemplo, y a pesar de ser su número menor en Kerala en comparación con el del resto de Estados de la India, los matrimonios infantiles continúan produciéndose, especialmente entre la comunidad musulmana.


Con respecto al sistema público de educación, el PCI(M) siempre ha tratado de impulsar una educación gratuita y de calidad. Según me cuenta Alan, los colegios públicos imparten docencia en malabar (el idioma local) o inglés, así como proporcionan alimentación gratuita a los estudiantes. También me dice que las oposiciones de acceso a los sistemas públicos de educación y salud son duras y, el funcionariado, competente, a pesar de no ser comparables tales sistemas con los existentes en Europa.


¿Y qué hay acerca de la gestión de la pandemia de COVID-19? Pues bien, a finales de enero de 2020, Kerala fue el primer Estado indio en dar la voz de alarma a este respecto. Parece ser que el gobierno comunista de Kerala ha respondido diligentemente frente a la pandemia. Sonriéndose, Alan recuerda que el primer caso de COVID-19 de una persona india fue el de una estudiante malayali residente en Wuhan, China. Él piensa, con orgullo, que el Departamento de Salud de Kerala ha gestionado esta cuestión muy bien. Y es que, de hecho, la actuación de Kerala en relación a la gestión de la pandemia de COVID-19 ha recibido las alabanzas de la Organización Mundial de la Salud, convirtiéndose en un modelo para el resto de Estados indios. Menos del 0,02% de la población de Kerala ha fallecido a resultas del nuevo coronavirus, un porcentaje que es aproximadamente el doble si consideramos la totalidad de la India. No obstante, Alan reconoce que, desde el comienzo de la segunda ola de COVID-19 en febrero de este año, la situación no es tan positiva y se asemeja algo más a la del resto de la India. Esto lo atribuye a la escasez de vacunas, a lo que hay que unirle el cansancio natural de la población, la cual ha podido recuperar ciertos comportamientos pre-pandemia que favorecen la propagación del virus.


A pesar de lo anterior, me preguntaba si la respuesta que inicialmente tuvo el gobierno comunista frente a la pandemia está detrás de que el Frente Democrático de Izquierda, liderado por el PCI(M), incrementara su fuerza tras las pasadas elecciones del mes de mayo a la Asamblea Legislativa de Kerala, logrando 98 de un total de 140 asientos. Según Alan, en Kerala, el pueblo vota por quien verdaderamente le representa. Aparte del modo en que el PCI(M) ha gestionado la pandemia, los años de inversión en servicios públicos también tienen mucho que ver con el resultado de las pasadas elecciones. Mi interlocutor malayali piensa que votar por la oposición, es decir, por Bharatiya Janata —un partido conservador de corte hindú que ostenta el gobierno central de la India—, no es precisamente una buena idea.


La tarde avanza rápidamente. Aún sentados en la terraza de Søgaards Bryghus, para concluir, le pregunto por dónde le gustaría ver a Kerala en el medio plazo. Él me dice que, a pesar de ser el Estado con menos corrupción de la India, le gustaría que esta se redujese aún más. Además, hace hincapié en que los trámites burocráticos necesarios para iniciar un proyecto propio de actividad económica deberían simplificarse/agilizarse, seguramente pensando en su deseo de regresar en un futuro para contribuir en el área del reciclaje y el desarrollo sostenible en su tierra natal. Finalmente, sin yo preguntarle por ello, Alan destaca con cierto orgullo la libertad de expresión y de prensa de la que goza Kerala, sin parangón en el resto del país.


Los dos quedamos muy satisfechos con esta experiencia, y, él particularmente, sorprendido y agradecido por mi interés. Pero, insisto, ¿cómo no interesarse por una región del planeta como Kerala que, sospecho, es una gran desconocida en el mundo occidental? En el Estado malayali, y a pesar de que quedan grandes pasos que dar hasta verdaderamente alcanzar una base económica socialista, los marxistas han sabido leer con acierto las condiciones materiales existentes para avanzar en materia de igualdad y justicia social. ¡Y toda la discusión anterior no hace más que reforzar tal afirmación!

 

Nos levantamos de la mesa. Yo, entonces, le acompañé a comprar cigarrillos antes de volver ambos caminando a Nytorv, donde él dejó aparcada su bicicleta. Nos despedimos con un abrazo y quedamos en volver a vernos pronto. Espero que así sea.

martes, mayo 04, 2021

Planificación Económica: El Momento es Ahora

El prestigioso matemático internacionalmente reconocido Victor Glushkov es considerado como el padre fundador de la tecnología de la información y la cibernética en la Unión Soviética. Con sus contribuciones científicas, Glushkov, ha influenciado enormemente campos como los de la teoría de la programación y la inteligencia artificial, entre otros. Uno de los retos más nobles emprendido por este genio fue el de la creación del Sistema Nacional Automatizado de Computación y Procesamiento de la Información (OGAS, por sus siglas en ruso). OGAS consistía en una red de computadoras destinada a la gestión de la asignación de recursos e información entre distintas organizaciones de la economía soviética, lo que sin duda representaba una forma de planificación socialista mucho más elevada respecto del sistema de planificación centralizada entonces existente. Propuesto en 1962, OGAS, muy por delante de su tiempo (como el propio Glushkov), recibió la oposición de líderes del PCUS (Partido Comunista de la Unión Soviética) que sintieron amenazado el control del proceso económico por el partido. Así las cosas, OGAS quedó financieramente ahogado e inconcluso a comienzos de los años setenta.


Medio siglo después de este loable intento, el mundo es radicalmente distinto y ya no existe un verdadero contrapeso a la organización capitalista de la sociedad. Por el contrario, el proceso económico global funciona, como ya sabemos, a partir de la agregación de millones de decisiones individuales y, en gran medida, independientes que buscan la maximización de cada beneficio privado en una lucha encarnizada. Está más que comprobado que la base económica capitalista es la fuente de crecientes desigualdades, lo que resulta contradictorio con el hecho de que, a su vez, en el marco de dicha base económica se sea capaz de producir constantemente nuevos y mejores bienes con una productividad en aumento que podrían, potencialmente, satisfacer las necesidades de la humanidad en su conjunto. Además, no debemos perder de vista la dañina huella medioambiental de este sistema.


Más que nunca antes en la historia, resulta urgente repensar el proceso económico con el objetivo de que este se planifique racionalmente en el sentido de la optimización de la satisfacción de las necesidades humanas de acuerdo con metas democráticamente elegidas por el pueblo trabajador. Por supuesto, el dinero como unidad de cuenta quedaría suprimido, siendo la nueva unidad de cuenta el tiempo de trabajo. De hecho, el dinero puede ser interpretado como una medida indirecta y distorsionada del tiempo de trabajo en función de la teoría del valor-trabajo. A grandes rasgos, cada trabajador recibiría «bonos de trabajo» personales e intransferibles que expresan el tiempo de trabajo aportado a la sociedad. Estos «bonos de trabajo» se emplearían en la adquisición de productos cuyo coste viene dado por el tiempo de trabajo necesario para su producción. De este modo se garantiza que nadie recibe más de lo que aporta a la sociedad.


Los impresionantes avances a lo largo de las últimas décadas en materia de comunicaciones, ciencias de la computación e inteligencia artificial hacen posible retomar el trabajo de brillantes matemáticos como Glushkov con la vista puesta en la implementación de un proceso económico eficiente y planificado racionalmente en los términos arriba mencionados. Además, la experiencia soviética supone un valioso punto de partida de cara a evitar cometer ciertos errores como, por ejemplo, la planificación basada en objetivos de producción bruta en lugar de producción final (mucho más sencilla técnicamente la primera que la segunda por aquel entonces).


Pienso que una de las herramientas clave en el campo de la inteligencia artificial como es el aprendizaje máquina jugaría un papel importante en la planificación económica, por ejemplo, al ayudar a optimizar la producción en tiempo real de acuerdo con las preferencias de los consumidores. En otras palabras, la aplicación del aprendizaje máquina podría permitir realizar ininterrumpidamente, en el marco de un proceso de naturaleza dinámica como es el económico, el equilibrio entre la oferta y la demanda. A todas luces, este enfoque es muy superior al lento e ineficiente sistema de precios del mercado que economistas liberales como los de la escuela austríaca defienden a capa y espada acientíficamente, ya que es evidente que la situación de equilibrio no es más que una quimera en el modo de producción capitalista, siendo determinados tipos de crisis una prueba de ello. Más aún, la excusa tradicionalmente esgrimida por economistas liberales acerca de la supuesta inviabilidad técnica de una planificación económica eficiente podía tener cierta validez durante la mayor parte del tiempo de vida de la Unión Soviética, pero no en pleno siglo XXI. Por ejemplo, el científico informático y economista marxista Paul Cockshott ­­–actualmente investigador honorario de la Universidad de Glasgow– demuestra que, dadas las capacidades computacionales actuales, es posible optimizar el plan de una gran economía en cuestión de minutos. En conclusión, el único «argumento» que les queda a los economistas liberales para negar la posibilidad de una economía democráticamente planificada exitosa es la obscena defensa de los privilegios de clase.

jueves, abril 29, 2021

Machine Learning for a Better World

We live in a world in which the economic process works from the aggregation of millions of individual, and to great extent independent, decisions that look for the maximization of private profit. This economic basis is proven to be the source of increasing inequalities contradictorily with the fact that it is able to constantly produce better goods with an increasing productivity potentially satisfying human needs. On top of this, we have to bear in mind the damaging environmental footprint of such an economic basis.


More than ever before, it is urgent rethinking the economic process to be based on a rational planning approach that is optimized towards the satisfaction of human needs and according to goals that are democratically decided. The impressive advancements over the last decades in different areas like communications, computer science and artificial intelligence make it possible to resume the work of brilliant mathematicians like Victor Glushkov in order to deploy an efficient and rationally planned economic process. Of course, machine learning would play an important role by, e.g., helping to optimize production in real-time towards consumers' preferences.